La Radio y la Televisión deben tener en cuenta, además de su papel en la formación de la nueva conciencia, su posibilidad y por tanto, su responsabilidad en la formación de hábitos, criterios estéticos y modalidades del lenguaje.
Por Josefa Rafaela Bracero Torres.
Frecuentemente escuchamos decir <>. Sí, efectivamente, existen voces que tienen ventajas sobre otras para ser más agradables o para ganar más en calidad cuando se utilizan ante el micrófono, lo que se llama <>. Pero también ejemplos sobran de locutores y locutoras famosos que no tuvieron o tienen ese tipo de voz y sin embargo han sentado cátedra en nuestros medios.
Por algo Germán Pinelli recibió en dos ocasiones (1967 y 1968) el Premio Iberoamericano “ONDAS” al considerarlo, con justeza: EL MEJOR LOCUTOR DE HABLA HISPANA. Esto demuestra que para hacer una elocución agradable y convincente existen otros elementos que pueden llegar a suplir o complementar, en lo posible, la falta de esa cualidad exquisita en la voz. Entre ellos es importante poseer articulación y dicción claras; valorización de la elocución en cuanto a las pausas, recalcos, intenciones psicológicas, inflexiones, fraseo y énfasis; naturalidad; tono e intensidad de voz apropiados para la radiodifusión; dominar la técnica del micrófono y el telepronter; manejar el tema que se trata, que permita una correcta improvisación; la defensa de nuestra identidad y el conocimiento absoluto de todas o algunas de las especialidades de la locución. Todos los que utilizan la palabra para comunicarse a través del micrófono, deben cuidar el empleo correcto de los elementos que la conforman. Hay que articular bien. La pronunciación clara de todos los fonemas y sílabas compensa, en parte, cualquier pequeña deficiencia de la elocución, incluso hasta la carencia de una voz de perfección radioeufónica. El principal atributo de un buen locutor es aquél que no lo parece porque ha logrado un tono fresco, con un contagioso optimismo, capaz de trasladar alegría. Ahí radica su mayor profesionalidad. Aunque se debe tratar con el mayor respeto a un entrevistado, se resta naturalidad cuando empleamos un lenguaje fuera de lo normal en una conversación entre colegas. Tampoco se pueden dejar vencer por sus problemas personales, los mismos no pueden penetrar en el estudio con Usted. Y algo que se ha superado bastante pero que todavía podemos encontrar es aquél que, indebidamente, imposta la voz, en la búsqueda de valores ficticios, que no aportan belleza al lenguaje y sí le restan naturalidad. El buen locutor debe dar la sensación de que está hablando, aunque en la realidad esté leyendo. Eso es parte de su profesionalismo. La Radio y la televisión son íntimas: El tono y la intensidad, el volumen de la voz, son en ellos diametralmente distintos de los que utilizan los oradores en una plaza o en un recinto colmado de público, o los actores y actrices en el escenario de un teatro. El locutor o locutora, no tiene por qué elevar su tono de voz, ni aumentar su intensidad o volumen, ni colocarla de manera que se proyecte a distancia. El orador en nuestros medios se dirige personalmente, es decir, en forma individual, a miles y miles de personas a la vez, teniendo por tanto la ventaja que no tienen otros medios de convencer individualmente (no colectivamente) a miles y millones de personas al mismo tiempo. Los profesionales de la voz tienen que estar conscientes que con su trabajo están actuando sobre la razón, o sea, sobre el estímulo de la conciencia. El locutor o locutora debe mantener su tono como en una conversación natural, sobre lo grave, utilizando su voz central, proyectada desde el diafragma. La locución feriada (y no se trata de gritar, ni de correr por correr) tiene su momento y se utiliza ante un texto que pide ese tipo de locución, para ofrecer algo o para incitar a realizar alguna acción. En Cuba han existido y existen locutores y locutoras que han sido y son maestros en el arte de adecuar su locución al ritmo y al tono que demanda cada circunstancia. La voz, como portadora de importantes informaciones en el ámbito emocional, es un elemento de expresión y de impresión. Las personas se identifican por medio del sonido de su voz, porque cada ser humano tiene un timbre personal. Los programas se identifican en la radio por la voz. Muchas veces las personas no recuerdan el nombre del programa ni el de la emisora, sino el del profesional que lo conduce. La voz debe tener rostro de credibilidad. En primer lugar hay que creer en lo que se dice. Por ello los locutores no pueden leer poco, no tener nada original que decir, ni descuidar la forma de lo que dicen. Los profesionales de la voz necesitan estudiar constantemente, no para demostrar que saben, sino para comunicarse mejor con los oyentes. Tienen que ampliar su vocabulario sistemáticamente, con el uso de palabras comprensibles y útiles, teniendo presente que la cultura es sinónimo de sencillez. Hay que tratar de utilizar las palabras que las personas puedan decodificar fácilmente. Recuerde que el mejor locutor es aquél que se parece a sí mismo. Aunque siempre existen figuras que han merecido o merecen admiración, no trate nunca de imitarlas, sea usted mismo. Retomando a Sócrates, . Conocer sus propias posibilidades y carencias le ayudará a proyectar mejor el camino. Las especialidades de la locución son otra cosa y exigen mucho profesionalismo y cualidades para asumir cada una de ellas con el máximo nivel. Entre ellas queremos destacar la locución de noticieros. Los locutores o locutoras de noticias son, ante todo, excelentes lectores; lo hacen con cierta rapidez y ritmo, sin perder la vocalización y la dicción. Antes que leer la noticia la cuenta, y tienen convicción en sus entonaciones, para darle veracidad a las informaciones que presentan, pues ello no está reñido con la dramaturgia. Recuerde que la voz tiene rostro, hagamos que sea el de la credibilidad. Para la narración de dramatizados se requieren condiciones especiales, prácticamente se convierte un actor o actriz más dentro de la obra, porque es quien pone en situación a los oyentes, cuando describe un paisaje, un estado de ánimo o una circunstancia en particular. Forma parte del elenco radio-teatral. Su voz debe ser descriptiva, para hacer sentir y vivir las situaciones que relatan. Es una especialidad compleja de la locución. En cambio el locutor de ceremonias debe actuar con sobriedad y cuidar su presencia física de acuerdo al evento de que se trate. No cabe aquí el gracejo ni el humor, por el contrario, el maestro o maestra de ceremonias debe infundir un profundo respeto, una serenidad sin rayar en la petulancia o en la suficiencia, un manejo del público, pero con elegancia y dominio del objetivo de la actividad de que se trate. A diferencia de los animadores, que acuden a su público para pedir aplausos o bromear con él, este profesional, en circunstancias solemnes no puede manifestarse de esa forma. Debe imprimir la sobriedad que en cada caso se requiere... En las narraciones deportivas además de las cualidades propias de un locutor, requiere de especialización en las distintas disciplinas deportivas y un nivel de conocimientos que le permita charlar sobre los más variados temas culturales, políticos y sociales. Los narradores deben tener capacidad de improvisación, fluidez y, sobre todo, tener conocimiento del tema para referirse a él o para entrevistar a cualquier personalidad si fuera necesario. También es un intérprete de las emociones, para transmitirlas a sus oyentes. Debe conocer todas las reglas del deporte que trasmite y tener una gran memoria para retener los nombres de los participantes, además de fuerza descriptiva y gran sentido de la ubicación. No me canso de reiterar que a hablar no sólo se aprende hablando; que hay que leer mucho todos los días: literatura cubana y universal, libros, revistas especializadas, periódicos... Quien no lea mucho no puede improvisar sobre nada. Y mejor es que no lo haga. En muchas ocasiones las personas que conducen o animan se encuentran ante personalidades que deben entrevistar y no siempre llegan a esa entrevista con suficiente preparación para realizarle preguntas inteligentes que propicien la información de primera mano que el pueblo espera, o desconociendo la historia y las actividades de la personalidad en cuestión. Verdaderos maestros dejaron su impronta en la entrevista, como Germán Pinelli, Orlando Castellanos y el propio Eddy Martin, tres locutores y periodistas de excelencia en múltiples especialidades, por solo mencionar estos ejemplos. Creo que estaremos de acuerdo con que se puede llegar a ser un buen locutor o locutora, sin tener necesariamente que dominar todas las categorías de la locución. No todos podemos ser, por ejemplo, César Arredondo, que es una figura de referencia nacional en la locución de noticieros, la narración dramática, locución de menciones y promociones, presentación de actividades o la locución poética…. Por sólo mencionar este ejemplo. Se puede dominar solamente la locución de cabina, y no por ello dejar de ser muy bueno como locutor o locutora. Podemos afirmar entonces que no existen “voces de locutores”. En la Radio y en la Televisión, como en la vida, hay sitios para todas las voces y timbres. El secreto radica en saber educarlas, cultivarlas sistemáticamente y utilizarlas de acuerdo con las características del programa y con las particularidades de cada locutor o locutora. El problema mayor está en los que tienen la responsabilidad de programar el trabajo de estos profesionales en cada lugar, y utilizarlos aprovechando su mejor capacidad porque, al igual que en cualquier profesión, la locución tiene especificidades, que no siempre se cuidan. Si todavía subsisten, en algunos casos, locutoras o locutores, que no están capacitados muchas veces para asumir determinada categoría de la locución, ¿cómo es posible que otras personas, que ni siquiera observan las cualidades lingüísticas de la especialidad puedan actuar en un medio de comunicación?, la mayoría de las veces en programas y horarios estelares, solo aprovechando su popularidad y maestría, en otra profesión. Momentos hubo en este país, --y me refiero a la memoria histórica para proyectar un presente y futuro mejores--, en los que para realizar una función como profesional del habla en cualquiera de sus manifestaciones había que estar preparado y ser aceptado como tal, de acuerdo con el reglamento ético del momento, como es el caso de extraordinarias actrices y después locutoras de referencia como Consuelito Vidal, Margarita Balboa, Xiomara Fernández o Hilda Saavedra, por sólo citar algunos nombres femeninos, o el de Carlos Paulín o Rosendo Rosell entre los hombres. Urge también encaminar esfuerzos para que en los cursos de locución, además de los elementos técnicos-artísticos generales, se enfatice en las tipicidades de cada especialidad. |
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