miércoles, 28 de julio de 2010

Perú, “firme y feliz por la unión”




Hace 189 años, el Perú nació a la vida independiente como República soberana, “por la voluntad general de los pueblos” y con un proyecto nacional concebido por los padres de la Patria para construir una nación siempre libre, unida y grande.

Aquel sueño de los libertadores y de todos los anónimos patriotas que entregaron su vida y derramaron su sangre para sembrar y fecundar un futuro de gloria tuvo bases muy sólidas asentadas sobre las raíces milenarias de culturas precolombinas portentosas.

La nueva República también recibió el aporte de las culturas de otros continentes, lo cual dio origen a una sociedad pluricultural y multiétnica asentada en una geografía formidable y biodiversa, realmente generosa e inagotable en recursos naturales.
Con el devenir histórico, sin embargo, la titánica tarea de consolidar una entidad nacional, superando las profundas desigualdades y exclusiones sociales heredadas del colonialismo, encontró muchos obstáculos y frustraciones, situación que se agravó con los avatares y adversidades provenientes de fuera de nuestras fronteras.

La concentración de la riqueza en pocas manos, el aislamiento del Estado respecto de las regiones de tierra adentro, la sucesión de gobiernos que administraban el Estado de espaldas al pueblo fueron profundizando la brecha de la desigualdad y la pobreza se fue extendiendo como una mancha de aceite.

No se puede negar que en esta evolución diacrónica hubo también varios intentos por rescatar al Perú de las cadenas del subdesarrollo y su secuela de pobreza extrema, falta de empleo y oportunidades, exclusión y una educación decadente y mediocre.
Nuestro gran filósofo de la historia nacional, Jorge Basadre, graficó ese entrampamiento de la Patria como la existencia de un Perú oficial y otro Perú real, pero también vislumbró el futuro de nuestra nación como una posibilidad y una certeza.

El Perú de hoy, felizmente, ha dado pasos agigantados para reencontrarse con su destino de Madre Patria de Sudamérica, y emerge como país líder en un mundo globalizado y altamente competitivo.

La comunidad internacional reconoce los avances extraordinarios de los últimos cuatro años en crecimiento económico, solidez y seguridad para las inversiones, retroceso de la pobreza, derrota del analfabetismo, servicios de salud, agua potable, electricidad y vías de comunicación para miles de pueblos que antes estuvieron marginados y olvidados.
Con vistas al Bicentenario de nuestra Independencia, los peruanos hemos llegado  por primera vez al umbral de una fase superior de desarrollo y la meta es definitivamente acceder al Primer Mundo, con mucho menos pobreza, más empleo y más oportunidades para todos.

En el Día de la Patria, no debemos olvidar que la tarea de seguir impulsando este proceso es un desafío para todos, tanto gobernantes como gobernados, sin distingos ideológicos ni banderías políticas. Construyamos un Perú “firme y feliz por la unión”.

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